lunes

turu ruru rurú rurú (8)

- ¿Y ahora vamos a la casa, cierto?
- Hay que ir al supermercado.
- {...y no me pueden dejar en la casa?} Mm, que entrete...
- Así aprovechan de elegir sus cuadernos pal colegio.
- {Ahora si estoy entusiasmada} Ah, cierto.

Bueno, escrito asi suena deprimente, pero prometo que esta historia tiene un final feliz. Muy feliz. Para que lo entiendad tengo que partir del principio. El génesis de esta historia.

Cuando era chica, solíamos ir con mis papas al Jumbo que estaba cerca de la casa de mi abuelita. El Jumbo de antes. El que tenia conejos y elefantes, vacas, chanchos y hasta pingüinos repartiendo globitos de colores ensartados en palitos blancos. Ahora a estos tiernos animalitos,(a menudo diabólicos para algunos), además se les sumaron las queridas por todos tarjetas del círculo mas. Si tuviera 5 años ahora, preferiría que un elefante me diera un globo, a que me lo diera una tarjeta de credito ambulante, enorme, ¡y con manos!. Siento que adultiza a los niños. Y eso es como un delito, ¿o no?

Entonces la alegría surgía de una aburrida ida al supermercado. A la salida de las cajas, siempre estaba este señor 'X', con su sombrero y subido en una tarima, con su teclado y sus parlantes enormes. ¿Que qué tocaba? no sé exactamente, pero eran melodías alegres. Y por supuesto, siendo yo una niña de 5 o 6 años, su música me alegraba la vida.
Después de un tiempo, señor X desapareció de mi vida. O nosotros no fuimos más al Jumbo, por caro, supongo. Y no me acorde de él hasta este día.
Ayer fuimos de nuevo al Jumbo, por que sí, porque estaba ahí mismo, porque qué se yo del destino quiso que fuéramos.
Caminábamos hacia la salida, cuando siento el retumbar de sus parlantes, y esa música tan plástica, pero alegre... Alguien que hubiese visto mi cara en ese momento la describiría quizás como aliviada. Me alegre apenas escuche sus notas musicales. Y siento que volví a ser una niña que va tomada de la mano de su papa/mamá y le pide a gritos ir donde el conejo o la vaca a pedirle un globo. Pero no va por temor...

Ya sé... tengo complejo de Peter pan.